8 Iya

Decidiendo vivir

¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿la consciencia? ¿la inconsciencia? Hay una canción que me hace pensar desde pequeño sobre quiénes son y que fue compuesta por un grupo alternativo de rock que dice que somos “polvo en el viento”. Creo que esta definición se queda corta porque se remite a nuestra parte física. Tal y como Bereshit nos relata, somos polvo y retornaremos al polvo. Pero esto no es nuestra esencia, es similar a decir que una mandarina, se remite a su cáscara y no al fruto que contiene dentro de ella. Nosotros somos una simbiosis de alma y de cuerpo, de la tierra inanimada y del hálito de vida del Eterno, elementos que al unirse formaron el LeNefesh Jayiá לְנֶפֶשׁ חַיָּה, un ser viviente (Bereshit 2:7).

Ajarei Mot, interesantemente inicia hablando de un episodio rememorando la muerte de los hijos de Aaron, e inmediatamente la Parashá no se centra en el tema de cómo afrontar la muerte o el dolor, sino se centra en un antídoto contra la muerte, ¿cuál es? Viviendo la vida de una manera plena.

Vivir la vida, es la mejor manera de honrar a los seres queridos que han partido de este mundo, no sumiéndonos en depresiones profundas, dejando de vivir o esperando a “unirnos a ellos algún día” como quién espera una “dulce muerte” o como poéticamente solemos repetir cayendo en el deseo de una ilusión pasajera de que el cuerpo de quién ya partió lo volveremos a “sentir y percibir” y que quien está del otro lado, nos reconocerá. Uso la palabra ilusión, porque afirmar este tipo de deseo equivaldría a que en la muerte tendremos una conciencia corpórea de reconocer a un alma (que carece de cuerpo, tiempo, lugar y forma) cuando realmente retornamos al mejor lugar: A Dios, y como dice Kohelet 12:7 “Y el polvo vuelve a la tierra como era, Y el aliento de vida vuelve a Dios Quien lo otorgó…”.

Dice Shemot Raba 48:1 “Dos barcos surcan el mar. Uno zarpa del protegido puerto hacia un destino desconocido, el segundo, regresa de un viaje azaroso. Cuando el buque llega a su puerto, el pueblo se regocija. Así es la vida también, sin embargo, nos alegramos cuando al nacer se envía al niño a realizar el incierto viaje de la existencia…. ¿No habremos de alegrarnos cuando el barco alcanza, finalmente, el seguro puerto de la paz de Dios?” y de lo que estamos seguros es que algún día partiremos, como dice Kohelet 8:8 “No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte.” Así que, si es un elemento que no podremos evitar, ni podremos estar expuestos una vez hemos nacido, entonces, ¿porqué dejar de vivir? Al leer estas palabras, observo que nuestro cuerpo no fue diseñado para retener lo Eterno dentro de nosotros.

Dice nuestra porción más adelante en Vayikrá 18:5 “Y observaréis Mi estatutos y Mis juicios, pues cumpliéndolos el hombre vivirá por ellos; Yo soy el Eterno.” “Ushmartem et-jukotay ve’et-mishpatay asher ya’aseh otam ha’adam vajay bahem ani Adonay.” Nótese que en esta porción nos habla que el deseo de Dios es que vivamos, que tengamos conciencia y percepción del mundo físico. Muchos de nosotros caemos en la ilusión de este mundo físico de ver una imagen borrosa, bien dijo Rab Shaul (1 Corintios 13:12) que esta vida es símil a ver en un espejo de manera borrosa. Recuerden que en la época antigua, no existían los selfies en un móvil o un espejo de vidrio que permitieran observarse a sí mismo en una imagen clara, ¡no! Los espejos de antes era una imagen propia borrosa como en la Torá vemos que usaron los espejos de bronce las mujeres para el Mishkan. Imagínese hoy en día arreglarse para una boda con un espejo de bronce, ¡es inconcebible!

¿Cómo vivir entonces? Lo resumo en Vayikrá 19:8 “Amarás a tu prójimo como a ti mismo; Yo soy el Eterno.” ¿qué clase de mandamiento es este? ¿amar a otro? ¿amarme a mí mismo? ¿Amar es una obligación y mandato? ¿no es voluntario? Quiero aclarar que se usa la palabra amar en esta porción no equivale únicamente a las palabras inclusionistas que el mundo moderno y liberal nos mete en nuestra cabeza para sustituir la palabra del Eterno como “Aceptar, incluir, integrar, respetar, etc”. La Tora utiliza la palabra amar (ahava) que está sobre las palabras previamente indicadas.

Implícitamente toda esta porción habla entonces de cómo podemos practicar de manera diaria el amor, ya que amar es una acción que va más allá del sentimiento, más allá de la lógica, más allá de un amor egoísta (Eros) o conveniente (Philos) o pensamientos positivos y buenos (que no son suficientes ya que debemos concretarlo en acciones). Veamos un resumen, de los 27 mishpatim expuestos en esta porción:

Primero, comunicamos los deseos de Dios para preservar la vida. Dice el 16:2 “Dile a tu hermano…. No sea que muera”. ¿Qué hubiese sucedido si Moshé nunca le dice a Aaron o sus hijos el cuidado de entrar a ciertas áreas del Mishkan? Posiblemente mueren; Segundo, cubrimos (expiar) las faltas de otros, las propias y de la comunidad (capitulo 16); Tercero, honramos a Dios no yendo en pos de nuestro pasado (descubriéndolo lo que ya se cubrió) – 17:5-9- ; Cuarto, respetando el valor de la vida ligada a la sangre (17:11); Quinto, obedeciendo la Torá (18:4); Sexto, guardando pureza y moralidad sexual, especialmente en nuestras relaciones con el sexo opuesto, familia, y creación (cap. 18-19); Séptimo, siendo generososcon el pobre (19:9-10); Octavo, hablar verdad (19:11-12); Noveno, ejerciendo justicia social (19); Décimo, controlando nuestras emociones y sentimientos hacia otros seres humanos, evitando odiarlos, vengarse de ellos o cometer acciones de sinat jinam, odio gratuito hacia ellos; Undécimo, honrar y guardar el Shabbat; Duodécimo, temer a la madre y al padre; Decimotercero, no cometer actos de tonterías actuando como una nación común (20:23) y no como una nación santa (20:26), acá menciona algunos ejemplos como seguir la nigromancia, el culto a Moloc, el culto a los demonios, entre otros;

En fin, entonces, para poder vivir, necesitamos quitar toda la densa tiniebla que nos cubre, recordemos, vivimos en el olam (ocultamiento), y es fácil caer en el engaño del cuerpo, de los sentimientos y de nuestros deseos. Cuando seguimos las enseñanzas de la torá, entonces se ésta se vuelve luz, como dice Tehilim 109:5 “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero”.

¿Existe la vida después de la muerte? Es un misterio aún, porque para nosotros es algo oculto, cada uno lo sabrá el día que retornemos a Dios, pero para mientras, ¿estoy cumpliendo el propósito de vivir una vida abundante y feliz en este mundo? ¿genero vida a mi alrededor? Amémonos los unos a otros porque el amor es de Dios (1 Yohanan 4:7-8).

Shabbat Shalom

Mauricio Quintero