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La grabación del mensaje : https://youtu.be/p17jHAHwEaI

La Misericordia de Dios es Tan Grande

Matot y Masei son dos parashiot que muchas veces van unidas, pero estas dos palabras significan lo contrario. La palabra “Mate” cuyo plural es “Matot” significa “vara”, “estaca”, un pedazo de madera seca. Una vara es algo inerte, que se corta del árbol donde creció. Ya no puede seguir creciendo ni crear nueva vida. Permanecerá siempre estática e invariable. “Masei”, del verbo “viajar”, es exactamente lo contrario. Es la esencia misma del dinamismo, del movimiento, del desarrollo y del crecimiento. Porque los viajes son el paradigma del progreso.

Esta yuxtaposición de Matot y Masei es un símbolo de la Torá misma. La Torá transforma lo inerte y le da vida. Recordemos la vara de Aarón que floreció y la vara de Moisés convertida en serpiente. Una simple vara inerte fue el símbolo del comienzo de la vida para el pueblo de Israel cuando al tocar el Mar Rojo lo dividió para que pudieran pasar en seco. La transformación de la vara inerte (Mate) produce el progreso (Masei), los viajes de los israelitas a través de la historia. Los viajes mencionados en este parashá representan los viajes del exilio que el pueblo de Israel realizará en la historia. Masei no solo hace referencia a los viajes que acercaron cada vez más al pueblo a la Tierra Prometida, sino que también alude al crecimiento de las personas a través del cumplimiento de la Torá. La Torá dice “los viajes de los hijos de Israel que salieron de Egipto” en plural, tomando los desplazamientos en el desierto como un conjunto de pequeños viajes, o una sucesión de viajes. La esclavitud en Egipto no es solo una situación física, también es un estado mental. El proceso de liberación de Egipto no es un hecho que se produce instantáneamente, sino que es algo que continúa de generación en generación.

¿Para que la Torá menciona estos desplazamientos del pueblo de Israel? una explicación puede ser porque los milagros son ciertos para quien los presencia; para quien los escucha son simples relatos que pueden ser desmentidos. Es difícil mantenerlos firmes y constatables en el transcurso del tiempo. Uno de los grandes milagros que nos relata la Torá es la permanencia del pueblo de Israel en el desierto. Deuteronomio 8:15 describe el desierto como un lugar “grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes y de escorpiones, y de sed, donde no había agua…”. Sobrevivir durante cuarenta años en un lugar como este es imposible aún hoy día. Imaginemos un momento como pudo ser en aquel tiempo. El relato de los desplazamientos de Israel por estos lugares inhóspitos y llenos de peligros nos ayuda a reconocer la grandeza del milagro que ocurrió allí en el desierto por donde nuestros antepasados caminaron durante su viaje hacia la Tierra prometida.

En el capítulo 32 de nuestro parashá, encontramos el relato de los hijos de Rubén y de los hijos de Gad, que vinieron a Moisés para pedir tierras para asentarse de este lado del Jordán. Moisés se negó al principio. “No es justo que ustedes abandonen la conquista y se queden aquí mientras los demás van a pelear.” “Lo que van a conseguir es desanimar a los demás”. “¿Acaso no recuerdan que así actuaron nuestros padres cuando envié a los espías y por eso muchos murieron? Dice luego la Torá que ellos se vinieron a Moisés para hablarle. Pero ya ellos estaban ahí. ¿Por qué dicen que vinieron? Nuestros sabios dicen que la palabra “vayavo’u” utilizada aquí para decir que vinieron, proviene de” Vayigash” (acercarse), nos sugiere la idea de acercamiento. Al oír a Moisés, los hijos de Rubén y los hijos de Gad, se acercaron a Moisés. Ellos “acortaron la distancia” entre Moisés y ellos. Los hijos de Ruben y de Gad, “empatizaron” con Moisés, “comprendieron” a Moisés y se acercaron para hablarle como de un ser humano a otro. “Entendemos tu miedo, así que iremos con nuestros hermanos y no iremos detrás sino adelante”. Simplemente dicen que lo harán.

“Tienes nuestra palabra”. De esta manera crearon confianza y Moisés aceptó la propuesta, Luego se establecieron condiciones. Cerraron el trato con una garantía, estableciendo condiciones y consecuencias. Este doble condicionamiento (si hacéis y si no hacéis) es la base para un buen acuerdo. es importante dejar claro en caso de cumplimiento y de no cumplimiento. Encontramos aquí una relación con las regulaciones acerca de los votos que se hacen, mencionadas al principio de este parashá.

El capítulo 35 nos habla acerca de las ciudades de refugio. Las ciudades de refugio eran seis ciudades levíticas donde los culpables de asesinato involuntario podían asilarse. Aunque este término pudiera parecer indulgente en realidad era un lugar de juicio puesto que el homicida solo podía quedarse allí si era declarado no culpable de asesinato por premeditación y alevosía. Cuando la persona se asilaba allí, su caso era juzgado por la congregación. Si era hallado culpable no se le permitía entrar. Estas ciudades estaban allí para que la persona acusada pudiera defenderse en caso de haber actuado sin mala intención. Las ciudades de refugio eran una evidente muestra de la misericordia infinita del Eterno.  Esto nos enseña que el juicio y la bondad deben actuar juntos. Se dice que cuando D-s creó el mundo lo hizo con juicio y bondad. Es de esta manera que nosotros podemos crecer y disfrutar de la vida. 

El objetivo de la misericordia es ayudar a una persona. Pero si la persona carece de sentido común, entonces él considerará cualquier favor como algo gratuito, y no aprenderá su lección. La única forma en que aprenderá su lección es sufriendo las consecuencias de sus acciones. Por eso el homicida encontraba refugio allí, pero debía quedarse prácticamente toda la vida pues era hasta que el Sumo Sacerdote muriera. Si se marchaba antes, podría ser objeto de venganza por parte de la familia del fallecido.

La misericordia del Creador es infinita y nos cubre a todos por igual, pues de otra manera no podríamos siquiera estar vivos.

Baruch HaShem!

Shabbat Shalom!

Alejandro Alvarado