9 Adar ll 5782

Levítico1:1-5:26

El Libro de Vayikrá (Levítico), que comenzamos a leer esta semana, también se denomina Torat Kohanim, instrucciones para los Sacerdotes. En su mayor parte, trata de los Korbanot (ofrendas) que se presentan en el Mishkán (Tabernáculo).  Vayikrá es un libro que, desde el mismo comienzo, en el primer parashá, nos convoca a mirar el contenido y la calidad de nuestra relación con el Creador, a través de nuestra relación con el entorno y con nuestro prójimo en especial. 

Nuestro parashá de esta semana establece las diversas ofrendas que se presentarán ante el altar. El primer conjunto eran las ofrendas por fuego (Olam). Un animal era llevado a la entrada del Mishkán. Si era ganado, la persona que traía la ofrenda colocaba sus manos sobre el animal que se sacrificaba y el Cohen rociaba su sangre sobre el altar. Lo desollaba y lo cortaba en pedazos, luego las partes eran arregladas y lavadas, y quemadas en el altar. Se describe el proceso para los holocaustos de otros animales y aves junto con las diversas ofrendas vegetales o de granos (Minja), parte de la cual se quemaba en el altar y el resto se lo comían los Cohanim. La ofrenda de paz (shelamim), parte de la cual se quemaba en el altar y el resto se comía, podía ser ganado vacuno, así como ovejas y cabras. Se detallan los sacrificios expiatorios (Chataat), que reparaban los pecados cometidos por error, tanto del Cohen HaGadol, como de toda la comunidad, el príncipe y el ciudadano común. Las ofrendas por la culpa (Asham) enumeradas expiaban ciertas transgresiones verbales y pecados relativos a las leyes de la pureza ritual. Finalmente, las ofrendas de granos fueron presentadas por aquellos que no podían pagar la ofrenda por la culpa requerida, la ofrenda que expiaba la apropiación indebida de la propiedad sagrada, las leyes de las ofrendas de “falta cuestionable” y las ofrendas por los pecados de deshonestidad.

 La palabra en hebreo Korban, que encontramos en la Torá para describir las ofrendas de animales, no significa simplemente sacrificio (en el sentido de dar algo), ni tampoco simplemente ofrenda (en el sentido de llevar regalos). En cambio, korban significa “acercarse”. Es decir, ayuda a una persona a acercarse a Dios.

Sefer Vayikrá, es un rico texto en detalles sobre las instrucciones especialmente reguladoras de los sacrificios y del comportamiento de los sacerdotes; pero ¿cómo entender los sacrificios en los días actuales? Algunas interpretaciones que justifican los sacrificios incluyen el deseo humano de mostrar gratitud por los dones de la vida y el sustento, la sensación de que le debemos algo al Creador a cambio de habernos creado y que así lo sufragamos y que nos permite lidiar mejor con el sentimiento de culpa por los errores y enmendarlos.

El profeta Yeshayahu dice: “¿Para qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? dice Adonai. Hastiado estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos” (1:11).

Hoy no existen tales rituales. No existe el Templo de Jerusalén donde se ofrecían las ofrendas, el servicio a Dios a partir del sacrificio de animales ya dejó de ser el lenguaje con el que el pueblo se comunica con D-s. ¿Qué tiene que ver esto con nosotros hoy en día? 

En el Templo, se tomaban las partes del animal y se “elevaban” en el altar. Esto es una declaración personal, un intento por elevar nuestros recursos materiales a un nivel más alto – de dirigirlos al servicio de D-s.

Es obvio, que las ofrendas no son para D-s. Él no las necesita.

D-s es todopoderoso, y es Dueño y Señor de todo. En cambio, las ofrendas son para nosotros. Nos enseñan a tomar lo físico y santificarlo.

Ya enseñó el sabio judío Maimónides: “nuestras acciones están compuestas de tres elementos: pensamiento, habla y acción. En Levíticos (Vayikrá) 1:9 Dios nos  encomienda  a traer  un sacrificio y poner  nuestras manos sobre su cabeza (correspondiendo a la acción); también hay que confesar verbalmente las transgresiones (correspondiendo con nuestra habla); y posteriormente quemar  diferentes  partes  del  animal  en  el  altar,  esos  órganos internos  que  son  el  lugar  donde  se  generan  los  pensamientos y deseos (correspondiendo a los pensamientos); la sangre, el alma del animal, era salpicada sobre el altar. Vemos entonces aquí una imagen de como el sacrificio simboliza nuestra entrega “en cuerpo y alma” al Creador. Somos nosotros mismos quienes debemos ofrecernos a D-s para ser servidores en este mundo.

La primera palabra del libro Vayikrá/Levítico es “Vayikrá” (“Y llamó…”). En la Torá, esta palabra aparece escrita con una alef pequeña. La alef es la letra que simboliza la voluntad, el ego. Es la primera letra de la palabra hebrea que significa “yo”: aní. Cuando el individuo se empequeñece a sí mismo, como la alef pequeña, crea un lugar para que la Presencia Divina repose en él. No tiene la cabeza hinchada con ilusiones de grandeza. 

La semana pasada estudiábamos acerca de la nube que cubría el tabernáculo. Y esta semana se nos habla del “llamamiento”. Nuevamente, el Boré Olam nos enseña aquí acerca de hacer Teshuvá. Después del ocultamiento (nube) recibimos la revelación (llamado) y es entonces cuando podemos acercarnos a nuestro Creador por medio de la Teshuvá.

Permita el Eterno que podamos acercarnos a El cada día con un corazón dispuesto para que disfrutemos de su presencia en nuestras vidas cada día.

SHABBAT SHALOM!

Alejandro Alvarado